martes, 8 de junio de 2021

La endeble crítica post-keynesiana al gobierno de AMLO

Por Josafat Hernández


Hay varios economistas que han realizado una supuesta crítica post-keynesiana al gobierno de AMLO en el terreno de las políticas económicas (fiscal y monetaria). Esta crítica consiste en señalar que en estos tiempos de pandemia Covid-19, el gobierno no ha implementado políticas económicas anti-cíclicas que, supuestamente, ayuden a retomar el crecimiento económico por medio de un gasto fiscal expansivo. Plantean imitar países como los Estados Unidos, que si están incrementando el gasto fiscal para impulsar el crecimiento económico. Pero olvidan que México no es Estados Unidos porque no tiene sus recursos ni su situación geopolítica privilegiada que permita al gobierno en turno maniobrar como allá.


Esta crítica me parece excesivamente simplista, pues parece que estos economistas critican desde un puritanismo teórico-ideológico, sin prestar atención a la realidad específica de México, con una herencia de más de 70 años de priísmo y más de 30 años de neoliberalismo. Parece que mistifican el gasto público en abstracto atribuyéndole propiedades mágicas: como si gastar más implicara aumentar el crecimiento económico de manera automática. Este es otro concepto que también mistifican, pues el análisis meramente macro suele ocultar las bases materiales del crecimiento económico.


Y lo curioso era que los economistas de la derecha exigían al gobierno el endeudamiento para financiar “políticas anti-cíclicas”, en una época de incertidumbre severa, para supuestamente reemprender el crecimiento económico. Vaticinaban un futuro catastrófico para México sino se aplicaban sus propuestas: una caída del PIB aún mayor a la que ha habido. Pero se equivocaron. México no ha caído tanto como quisieran. Y lo que si vemos que es que aquellos países (como Argentina) que si se endeudaron para financiar políticas anti-cíclicas, no lograron reemprender el crecimiento económico. Y ahora están más endeudados que antes, tienen que lidiar con las presiones-extorsiones del capital financiero internacional personificado en el Fondo Monetario Internacional y con ello se reducen sus márgenes de acción. Afortunadamente México no enfrenta esa situación, porque no se les hizo caso a los post-keynesianos que reproducen el discurso dogmático de las políticas anti-cíclicas.


Las relaciones causales en economía no son automáticas ni lineales como se suelen presentar en los modelos. Los comportamientos socioeconómicos concretos se alejan de los comportamientos ideales que operan bajo supuestos ceteris paribus. En teoría, el gasto público aumenta el crecimiento económico sólo en condiciones ideales (o cercanas a ellas) donde no hay tanta corrupción, y donde hay sistemas productivos locales y nacionales bien encadenados entre si. Pero en México, la corrupción heradada y que persiste, es tan terrible que gran parte del gasto público expansivo no iba a parar a actividades productivas ni a las familias que lo necesitaban para aumentar su consumo. Iba a parar a las manos corruptas de unos cuantos oligarcas por medio del desvío de recursos, el lavado de dinero y el saqueo de las finanzas públicas. Y los sistemas productivos locales y nacionales, al no tener suficiente articulación entre si (porque son parte de cadenas productivas globales), más bien aumentarían las importaciones-exportaciones con el sector exterior, generando al interior pocos efectos multiplicadores que poco aumentarían el empleo.


Tampoco es el caso que todo crecimiento económico sea deseable. Como si el fin (impulsar el crecimiento económico) justificara los medios (el endeudamiento). El análisis meramente macro tiende a ser mistificador, pues oculta las bases materiales del crecimiento económico. Hay que preguntarse siempre por el tipo de crecimiento económico que se tiene y el que se desea tener. Un crecimiento económico basado en un incremento de la inversión de empresas mineras que vienen a saquear y devastar pueblos y entornos naturales no es deseable. En cambio, un crecimiento económico basado en pequeñas empresas, eco-sustentables, que generen más y mejores empleos, si.


Criticar desde el puritanismo teórico-ideológico revela una posición idealista, no materialista, que no resuelve ningún problema económico práctico. Es criticar por criticar, nada más para mantener la pose de supuesto académico riguroso e imparcial.


En México el gobierno está reestructurando las finanzas públicas (altamente corrompidas), y, a su vez, está reestructurando el patrón de acumulación de capital que se formó en los últimos treinta años. De ahí que la austeridad republicana sea tan problemática para la alta burguesía. Pues ellos estaban acostumbrados a que la austeridad se aplicara siempre a la clase trabajadora. A los de abajo, en recortes a programas sociales. Pero ahora la austeridad también se les aplica a ellos, a las élites, reduciéndoles sus privilegios fiscales, sus altos salarios y sus saqueos.


En este contexto, las únicas empresas que de manera mayoritaria no tienen confianza ni credibilidad en la 4T (como las de Claudio X. Gonzáles) son justo los capitales más reaccionarios que se acostumbraron a una inversión de tipo rentista-leonina, donde no innovan, pero estiran la mano para obtener rentas. O mineras que no saben si deben o no invertir ante las limitaciones que ha impuesto el gobierno al extractivismo. O empresas petroleras o energéticas que no quieren invertir porque el gobierno está revisando los contratos para detectar irregularidades. Es decir, las empresas ya se habían acostumbrado a la corrupción (como la que iba a haber en el NAICM) y ahora, como ya empiezan a cambiar las reglas del juego que garantizan un mínimo de decencia respetando el estado de derecho, ahora "pierden confianza y credibilidad". Se habían acostumbrado al capitalismo de amiguetes. Al capitalismo donde la corrupción sustituye la competencia.


En todo proceso de reestructuración del capital social global en territorios nacionales (como el que ahora hay en México), hay un enlentecimiento o freno en seco de las tasas de rotación y acumulación de capital ya existentes en diferentes regiones y sectores. Porque cambias las actividades, las composiciones y relaciones entre los diferentes capitales. En México este es el caso. Los capitales nacionales y transnacionales se tienen que ajustar a las nuevas reglas del juego que se están formando en la Cuarta Transformación, donde ya se aplica la ley.


En este contexto, ya más terrenal y materialista, creo que el credo supuestamente post-keynesiano de aumentar el gasto público para impulsar el crecimiento económico a como dé lugar, debería sustituirse por un contextualismo más pragmático en el diseño de políticas públicas: donde se hagan políticas públicas a la medida, adecuadas a las circunstancias históricas específicas del momento. Muchos economistas, de todas las corrientes, deberían dejar atrás esos vicios de criticar la realidad desde modelos teóricos puramente ideales, exigir recetas de política pública a-contextuales y la sobregeneralización de sus afirmaciones teóricas.