sábado, 2 de junio de 2012

La dialéctica en el anarquismo epistemológico de Paul Feyerabend


El pensamiento filosófico del célebre, pero ahora algo olvidado, Paul Feyerabend, es muy rico y complejo. Este pensador de gran cultura y de grandes experiencias personales ha tratado de sintetizar su concepción de la ciencia bajo el “principio” (más bien “medicina”, como sugieren algunos de sus interpretes) del todo vale (“anything goes”), que no es otra cosa sino la expresión sintetizada de su anarquismo-dadaísmo epistemológico que se opone a toda forma de absolutismo y autoritarismo epistémico y a toda forma de dogma

                                                          

Es anarquismo epistemológico porque el autor propone abandonar el ideal de racionalidad positivista, que a su vez es heredera de la concepción cartesiana de la razón, basado en reglas que se creen “ciertas e infalibles”. Esta forma de enseñar la racionalidad científica, sin pasiones y sin emotividad, se enseña de manera estándar en el llamado "método científico". Para Feyerabend tal concepción fría, reduccionista e inútil de la racionalidad es indigna de un hombre libre.  

Sobre esto este autor hace una muy importante observación. A continuación cito sus palabras:
"Sin estándares de verdad y racionalidad universalmente obligatorios no podemos seguir hablando de error universal. Podemos hablar solamente de lo que parece o no parece apropiado cuando se considera desde un punto de vista particular y restringido; visiones diferentes, temperamentos y actitudes diferentes darán lugar a juicios y métodos de acercamiento diferentes. Semejante epistemología anarquista –pues en esto es en lo que se resuelve nuestra teoría del error- no sólo resulta preferible para mejorar el conocimiento o entender la historia. También para un hombre libre resulta más apropiado el uso de esta epistemología que el de sus rigurosas y “científicas” alternativas (Feyerabend, 1989: 12; las cursivas son mías)”.

Más adelante el autor dice en su obra clásica, "Contra el método. Esquema de una teoría anarquista del conocimiento", en tono irónico y burlón, que el único principio abstracto que puede ser defendido es el principio del todo vale, mismo que en todo caso sería el único principio de la “metodología anarquista”.




Es claro que Feyerabend lejos de hablarnos de un conjunto bien definido de “anti-métodos”, o de “anti-reglas” (estándares definidos en negativo) que hay que seguir al pie de la letra para garantizar el desarrollo “correcto” de la ciencia, más bien se preocupa por generar una actitud humanista y libre, que tome como eje central el cultivo de la individualidad en la formación intelectual e integral de las personas (de ahí su rechazo radical a las tendencias de hiperespecialización y estandarización de la ciencia que en la actualidad tienen como consecuencia la castración del pensamiento, mentes amputadas, cosificadas, y con ello, la deshumanización de las personas que son formadas en los cánones de la ciencia moderna hiperespecializada, al servicio del capital). Por eso mismo hasta llega a señalar que los científicos deberían aprender arte. La figura del científico ideal es para este autor Galileo Galilei, quien representaba muy bien el espíritu renacentista, de hacer de todo para tener una capacidad creativa inmensa. Además de que Galileo Galilei era para su época un rebelde.


En este sentido, tanto la “teoría del error” como la “contrainducción” (que consiste, particularmente en las ciencias naturales, en no tomar como válido siempre las "pruebas empíricas", que en sus estadísticas y equipos ya están sesgando el objeto de estudio, pues estas no garantizarán siempre y de manera concluyente que algo sea verdadero o falso, según se plantea desde tiempos de Pierre Duhem y más tarde con Hanson, problemas clásicos como "subdeterminación empírica de la teoría por la evidencia" y "carga teórica de la observación") son, para Feyerabend, simplemente recursos heurísticos que inspiran el movimiento del pensamiento de los científicos según sean las aplicaciones concretas de estos en los diversos y particulares episodios ocurridos en la historia de la ciencia. No se trata de meros "métodos" que consisten en seguir pasos bien definidos, reglas fijas o principios inflexibles (definido en negativo, es decir, como todo aquello que el científico no debe hacer) que todo pensador libre y humanista debe de seguir. Feyerabend simplemente describe cómo estos recursos han operado en la historia (tan compleja, rica y si se quiere hasta divertida en muchos episodios concretos) de la ciencia. Este autor no pretende mostrarnos estos recursos como “leyes” que operan siempre, en todo el desarrollo histórico de la ciencia. Así pues no hay algo así como "recetas" que garanticen el conocimiento pleno de la realidad, ni que nos garanticen que algo es verdadero y válido para siempre. 

En este sentido, Feyerabend, más que preocuparse por proponer una nueva “metodología” que hay que seguir al pie de a letra, este autor se centra en destacar los elementos heurísticos de la ciencia que están dentro y fuera de las academias y que forma pensamientos libres y humanos. De ahí su defensa del pluralismo que el filósofo liberal (y también socialista) del siglo XIX, John Stuart Mill, impulsó en su libro clásico “Sobre la libertad” (al cual Feyerabend da muchísima importancia, el otro autor sobre el que se apoya de manera central es Hegel, como veremos)


La proliferación, la diversidad y la tolerancia (en clara analogía con John Stuart Mill) son fuentes de recursos heurísticos que pueden ser útiles para los científicos que no deben ser reprimidos ni censurados en lo más mínimo, de lo contrario se tendrá menos opciones de elección y de confrontación de ideas. De ahí que Feyerabend considere que mientras más pluralidad haya, más posibilidades se tiene de impulsar el avance de la ciencia mediante los contrastes de las diversas ideas, a menudo antagónicas entre si. Por eso en las escuelas deben enseñarse más de una sola visión estandarizada de la ciencia, misma que tiende a limitar la imaginación de los científicos, y con ello, el avance de la ciencia. Por el contrario, la formación debe ser radicalmente plural. He aquí el lugar importantísimo que ocupa la dialéctica en la filosofía de Feyerabend. De hecho este punto se tiende a olvidar cuando se discute sobre Feyerabend, pues de él a veces se hacen críticas sólo considerando de manera parcial su pluralismo (que si nos quedamos con la pura perspectiva de Mill sería muy limitado y si se quiere hasta reaccionario, de tal forma que en las academias puede ocurrir que la "pluralidad" devenga en indiferencia mutua, y con ello, en feudalización del saber). Veamos qué es lo que destaca el célebre, polémico y, sobre todo mal entendido filósofo austriaco al respecto.

Los autores que Feyerabend retoma para construir una imagen de la dialéctica que le permita conectar el “principio de proliferación” y el “pluralismo epistémico” con su noción particular de progreso científico (entendido como un proceso de enriquecimiento conceptual) son Georg Hegel (principalmente), Friedrich Engels, Vladimir Lenin y Mao Zedong. Todos ellos los retoma de manera crítica (destacando solamente los elementos “anarquístas” del pensamiento de estos intelectuales) para explicar de la mejor manera posible los tres principios (leyes) “universales” que Hegel formuló sobre la dialéctica, mismos que deberían estar presentes en el pensamiento de todos los científicos genuinos siempre abiertos a la crítica y a los cambios progresivos del conocimiento. Estos son, a saber:

a) La consideración de que todas las partes de un todo están ligadas entre sí, porque cada parte, a su vez, se contiene a sí mismo y contiene al todo. Es decir, cada parte contiene lo que es y lo que no es;

     

b) Todos los objetos finitos, en su devenir histórico, luchan por ser lo que no son. Este antagonismo mantiene en constante tensión a las diversas partes que constituyen la totalidad de la naturaleza, de tal forma que cuando el objeto se mueve más allá de los límites de lo que es, el objeto deja de ser lo que es y se transforma en lo que no es. Es “negado” y en este sentido se genera un movimiento (en el sentido Aristotélico del término, no en su sentido Newtoniano) tanto en la naturaleza como en el pensamiento humano;

  


c) La negación, tanto en términos conceptuales como de hecho de un contenido tiene como resultado un contenido “especial” que se expresa en un nuevo concepto “más elevado”, “más rico”que el concepto que lo precedió porque ha sido enriquecido por su negación siendo la unidad del concepto original y de su oposición. Estamos en lo que se suele conocer como “afirmación de la negación”, o simplemente como “síntesis”, culminación temporal del enfrentamiento entre la “afirmación” (tesis) y la “negación” (antítesis), pero que contiene a ambos y que a su vez los niega para convertirse a su vez en el nuevo punto de partida del movimiento dialéctico de la naturaleza.


Estos tres principios de la dialéctica son retomados por Feyerabend para mostrar la importancia de la interacción entre las ideas (incluso antagónicas) y así mostrar lo importante que es el cambio en los conceptos científicos (los cuales son, todos ellos, finitos igual que el hombre). En este sentido, para Feyerabend el estancamiento conceptual de la ciencia (y de cualquier tradición de pensamiento, que de hecho suele considerarse ORTODOXA) lejos de representar un éxito, representa un fracaso simplemente porque no es dialéctico (tal y como ocurre en la actualidad con el pensamiento económico ortodoxo que se enseña de manera dominante y privilegiada en muchas partes del mundo y ahora es incapaz de dar respuestas prácticas viables a la tremenda crisis económica mundial actual)


En este sentido encuentro en Feyerabend una posición claramente progresista en lo que respecta a la ciencia (promueve constantemente su transformación), reconociendo incluso la posibilidad de la existencia de un progreso acumulativo, pero como en Hegel, no lineal ni fatalmente determinado. Él diría que el diálogo entre las posiciones diversas debería ser franco, abierto y fluido, y en este sentido me parece que él criticaría a aquellas posiciones que privilegian sus prejuicios en el diálogo y confrontación con lo diverso (lo extraño, lo otro) para mantener sus posiciones conservadoras (como es el caso del filósofo hermenéutico Gadamer, a quien se le ha criticado las consecuencias conservadoras de su pensamiento, pese a que esa no sea la voluntad de este autor).


En este sentido, el pensamiento epistémico de Feyerabend (de consecuencias claramente subversivas, pues tiende a fomentar una actitud crítica muy radicalizada, casi escéptica, naturalmente antagónica con todo conservadurismo y status quo existente, QUE TIENE COMO CONSECUENCIA LÓGICA LA TESIS QUE YO PLANTEO DE QUE TODA ORTODOXIA ES ANACRÓNICA Y DOGMÁTICA) no puede entenderse sin considerar sus bases ontológicas claramente dialécticas, mismas que lo hacen respaldar de una manera aún más sólida (bajo las premisas más universales que puede haber) su pluralismo epistémico. En este sentido, la no censura de ideas también cumple un papel en el devenir de las ideas correctas al señalar, siguiendo a Mao Zedong, que las ideas correctas luchan contra las ideas incorrectas por imponerse en la mente de las personas. Este proceso permite que las ideas correctas se impongan con más fuerza y vivacidad sobre aquellas ideas que son consideradas por algunos como “incorrectas”. No obstante ello, quienes defienden estas ideas también están en su derecho de negarse a aceptar las ideas “correctas” y seguir trabajando sobre aquellas ideas consideradas como “incorrectas” para transformarlas y seguir tomando partido en la discusión epistémica (a menudo antagónica) sobre cómo es realmente el mundo. En este sentido, el pluralismo y la proliferación nos benefician a todos, pero claro, siempre y cuando no se tengan actitudes conservadoras y dogmáticas de oponerse a las críticas sin dar argumentos y el no estar dispuesto a transformar las propias ideas que se sustentan. 

Citemos in extenso al propio Feyerabend para finalmente cerrar este breve escrito sobre la importancia de la dialéctica en este autor:

Resumiendo: El conocimiento es parte de la naturaleza y está sujeto a sus leyes generales. Las leyes de la dialéctica se aplican al movimiento de los objetos y los conceptos, así como al movimiento de unidades más elevadas que incluyan objetos y conceptos. De acuerdo con estas leyes generales, cada objeto participa de todo otro objeto e intenta transformarse en su negación. Este proceso no puede ser entendido atendiendo a aquellos elementos de nuestra subjetividad que están todavía en un relativo aislamiento y cuyas contradicciones internas no se han revelado aún (la mayor parte de los conceptos habituales de la ciencia, las matemáticas, y especialmente las rígidas categorías utilizadas por nuestros modernos axiomáticos son de esta índole). Para entender el proceso de negación debemos atener a aquellos otros elementos que son susceptibles de cambio, para transformarse en sus opuestos, y que pueden, por eso mismo, dar lugar a conocimiento y verdad, “la identidad de cosa y concepto”. La identidad misma no puede lograrse mecánicamente, es decir, aprehendiendo algunos aspectos de la realidad y jugueteando con los restantes aspectos, o teorías, hasta que se logre el acuerdo (…) Mejor será proceder dialécticamente, esto es, por una interacción de concepto y hecho (observación, experimento, enunciado básico, etc.) que afecte a ambos elementos [¡praxis!]. La lección para la epistemología es esta: No trabajar con conceptos estables. No eliminar la contrainducción. No dejarse seducir pensando que por fin hemos encontrado la descripción correcta de “los hechos”, cuando todo lo que ha ocurrido es que algunas categorías nuevas han sido adoptadas a algunas formas viejas de pensamiento, las cuales son tan familiares que tomamos sus contornos por los contornos del mundo mismo (Feyerabend, 1989: 35-36; las cursivas son mías)”

Debe decirse, finalmente, que Feyerabend no postula y promueve el relativismo epistémico en sentido estricto (que sostiene que cualquier teoría y cualquier enunciado sobre el mundo es válido), precisamente porque sus bases dialécticas de pensamiento lo llevan a asumir como tarea principal de todo intelectual lograr la identidad entre cosa y concepto, de tal forma que el conocimiento debe ser definido, siguiendo a Lenin, como


la eterna e infinita aproximación de pensamiento y objeto. El reflejo de la naturaleza en el pensamiento humano no está “muerto” no es “abstracto” no carece de movimiento, ni de contradicciones, sino que ha de concebirse como un proceso en eterno movimiento que da lugar a contradicciones y se desprende de ellas” (Lenin, citado en Feyerabend, 1989: 164; subrayados en el original).



Es por ello que la "contrainducción" no es una regla, sino simplemente un recurso más de los tantos que hay y de los cuales el científico genuino puede emplear en sus prácticas científicas para conocer mejor el mundo y transformarlo.

Bibliografía:

Feyerabend Paul (1989), Contra el método. Esquema de una teoría anarquista del conocimiento, ED. Ariel, Barcelona, España






Saludos solidarios
Josafat Hernández

3 comentarios:

  1. SÓLO TE PUEDO DAR LAS GRACIAS,
    ELISA

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  2. Siento que es pertinente que hagas mención de Karl Popper y como su refutacionismo influye en el pensamiento de Feyerabend

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  3. Irracionalismo, irracionalismo y más irracionalismo. Se nota en frases como esta: "cada parte contiene lo que es y lo que no es", ¿qué quieres decir? eso es irracional, 2x=5, ¿me dices acaso que que x es a a la vez dos quintos y también NO es dos quintos? Eso es una contradicción. Claro pero me imagino que detestas la lógica (como todos los irracionalistas). Los irracionalistas defensores de Fereyabend creen que su "todo vale" significa pluralidad de teorías. Pero si fue así NO propuso nada nuevo, eso lo sabe todo investigador. Así que Fereyabend en realidad o dijo contradicciones o banalidades y ambos casos es inútil su lectura.

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