viernes, 7 de junio de 2019

Reflexiones sobre marxismo y populismo

I.
El populismo ha sido un tema polémico desde que los narodnikis, los "amigos del pueblo", luchaban contra el zar en la Rusia del siglo XIX. Los narodnikis eran usualmente jóvenes que tenían una idea mistificada del pueblo, idealizándolo y buscando despertarlo para iniciar un proceso de lucha revolucionaria que terminara con la autocracia zarista. En ocasiones los narodnikis exageraban tanto el tema del folklor que cuando llegaban a las comunas rusas para llamar a los campesinos a la organización estos desconfiaban de aquellos locos. Lenin fue muy crítico de los populistas, sobre todo porque ellos no tenían claro el tema de la estructuración de las clases sociales que se da en el capitalismo y la consecuente lucha de clases que se da entre ellas debido a que los trabajadores y capitalistas tienen intereses materiales contrapuestos. Por ejemplo, los trabajadores quieren más salarios, más derechos sociales, menos horas de trabajo y mejores condiciones laborales, mientras los capitalistas quieren reducir sus costos laborales lo cual implica reducir salarios (reales o nominales según sea el caso), recortar derechos sociales para ahorrarse costos, hacer que los trabajadores trabajen más horas y más intensas (que aumenten su "productividad") etc.

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Marxismo y populismo no han tenido una relación fácil, pues si bien ambos rechazan el individualismo del liberalismo clásico (Marx llamó "robinsonadas", abstracciones absurdas que entienden "pactos sociales" o "intercambios" apartir de individuos aislados), los dos (marxismo y populismo) difieren en caracterizar bien quién es el sujeto de la historia y más aún, a quien hay que apelar para impulsar procesos de transformación social: a la clase social de los trabajadores (proletariado) o al "pueblo". Exactamente qué se entiende por "pueblo", quiénes son del pueblo, cuál es su composición social, etc son preguntas que se han hecho durante muchas décadas diferentes teóricos de las ciencias sociales.

Dentro de la rica y prolífera tradición marxista, que va desde la obra clásica de Marx y Engels de mediados del siglo XIX hasta la actualidad, la categoría "pueblo" ha sido sujeta a grandes debates teóricos. Marx y Engels nunca usaron la categoría "pueblo" para caracterizar a la sociedad civil (o sociedad burgusa), pero si dijeron que la "anatomía" de esta había que buscarla en la economia política, donde las clases sociales se estructuran a partir de la división social del trabajo, tesis que comparten con Adam Smith y David Ricardo. Algunos marxistas piensan que la categoría "pueblo" oculta la estructuración clasista de la sociedad y esconde los antagonismos de clase presentando a la sociedad como un todo unificado. De ahí que haya ciertos marxistas, sobre todo de tradición trotskista, que tengan un rechazo visceral a la idea de "pueblo" (y a la idea de "frentes populares"). Algunos anarco-comunistas también tienen este rechazo visceral a la categoría de pueblo, porque piensan que pueblo es una categoría que supone un estado-nación, y justo lo que ellos quieren hacer es destruír la idea de estado para reivindicar una idea de una libertad absoluta en una sociedad sin clases, sin gobierno y sin dioses.

Otros marxistas, en cambio, han tenido una idea de identificar "pueblo" con "clase trabajadora". Pero en esta postura se asume que clase trabajadora (o clase obrera) es una categoría que está en un nivel de abstracción económico-estructural, mientras que pueblo, al ser una categoría identitaria, sería una categoría "super-estructural". Posturas de este tipo hablan de "frentes populares", donde se hace una exaltación de "valores patrióticos" para unificar a la clase trabajadora en su lucha de clases contra los opresores. Esto fue llevando a los marxistas clásicos a discutir apasionadamente sobre lo que llamaron "la cuestión nacional". Stalin (el dictador soviético) no fue un gran teórico, pero lo poco de interés que trabajó fue relacionado a relación entre "clase social" y "nación". Sus trabajos muestran que él estaba muy interesado en mostrar cómo se puede construir una "consciencia de clase" tomando en serio elementos nacionalistas, patrióticos. Él se interesó en este tema en plena época bélica, en medio de dos guerras mundiales. Ya en la lucha desesperada de estalingrado, ante el avance de Hitler, desató una campaña para exaltar en el pueblo soviético ruso valores patrióticos de defensa de la "madre rusia", de continuidad de la grandeza de los zares (como Iván el terrible) etc para aniquilar a los enemigos del pueblo y de los trabajadores ruso en una lucha de clases que en esa época se solía llamar "guerra de clases". Al final el ejército rojo fue quien derrotó al ejército nazi, forzando a Hitler a cometer suicidio. De esta época vienen muchas canciones que formaron parte del folklore soviético durante muchas décadas (como "katyusha"). El punto principal aquí es simplemente mostrar que la relación "clase trabajadora"-"pueblo" ha sido un tema de interés teórico y práctico.

Los maoístas, que en cierto sentido comparten un núcleo "marxista-leninista" con los estalinistas, también tendíeron a identificar a la clase social trabajadora con pueblo, de tal modo que muchas veces los maoístas más que hablar de "proletariado" o "clase trabajadora" o "clase obrera" hablan de "pueblo" a secas. Los maoístas, al igual que los narodnikis, tendían a idealizar al pueblo, teniéndo actitudes místicas de considerar al pueblo como una especie de Dios. La siguiente cita de un discurso de Mao lo confirma:

Image result for pueblo china mao"Hay una antigua fábula china llamada "El Viejo Tonto que removió las montañas". Cuenta que hace mucho tiempo vivía en el Norte de China un anciano conocido como el Viejo Tonto de las montañas del Norte. Su casa miraba al Sur, y frente a ella, obstruyendo el paso, se alzaban dos grandes montañas: Taijang y Wangwu. El Viejo Tonto decidió llevar a sus hijos a remover con azadones las dos montañas. Otro anciano, conocido como el Viejo Sabio, los vio y, riéndose, les dijo: "¡Qué tontería! Es absolutamente imposible que vosotros, siendo tan pocos, logréis remover montañas tan grandes." El Viejo Tonto respondió: "Después que yo muera, seguirán mis hijos; cuando ellos mueran, quedarán mis nietos, y luego sus hijos y los hijos de sus hijos, y así indefinidamente. Aunque son muy altas, estas montañas no crecen y con cada pedazo que les sacamos se hacen más pequeñas. ¿Por qué no vamos a poder removerlas?" Después de refutar la errónea idea del Viejo Sabio, siguió cavando día tras día, sin cejar en su decisión. Dios, conmovido ante esto, envió a la tierra dos ángeles, que se llevaron a cuestas ambas montañas. Hoy, sobre el pueblo chino pesan también dos grandes montañas, una se llama imperialismo y la otra, feudalismo. El Partido Comunista de China hace tiempo que decidió eliminarlas. Debemos perseverar en nuestra decisión y trabajar sin cesar; también conmoveremos a Dios. Nuestro Dios no es otro que las masas populares de China. Si ellas se alzan y cavan junto con nosotros, ¿por qué no vamos a poder eliminar esas montañas?"

Problemas parecidos sobre la relación "pueblo"-"clase trabajadora" fueron tratado en América Latina. El Ché Guevara, en la misma línea que los estalinistas y maoístas, pensaba que al pueblo había que despertarlo para que sea consciente de su opresión, para que motivado por la rabia y guiado por la teoría revolucionaria, pueda organizar ejércitos populares que busquen tomar el poder mediante las estrategias y tácticas guerrilleras (el llamado "foquismo" que enfatiza más en la voluntad y heroicidad de los combatientes que en el análisis de las condiciones objetivas concretas). Para Guevara los revolucionarios tienen que "encarnar" la voluntad del pueblo, vivir como el pueblo y ser pueblo. El "fervor revolucionario" del Ché era tan grande que él, durante el tiempo que trabajó como ministro en la Cuba de Fidel, se levantaba todas las madrugadas a cortar caña con el machete. Para no olvidar lo que es ser pueblo. Nuevamente aquí "clase trabajadora" y "pueblo" se usa de manera indistinta.

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En Chile, Salvador Allende tuvo un lema con el cual logró la victoria electoral: "el pueblo unido jamás será vencido"

Prácticamente toda la tradición marxista del siglo XX estableció conexiones más o menos implicitas entre clase trabajadora y pueblo. Quizá con la excepción de los trotkistas que siempre han tenido problemas con los discursos "nacional-populares" y que en su lugar reivindican un discurso "de clase" enfatizando, sobre todo en la "independencia de la clase obrera". Esto apesar de que los discursos de clase no necesariamente sirvan para construír hegemonía dentro de la población de un país. El trotkismo casi siempre se ha concentrado en conscientizar a obreros de fábrica, así como a estudiantes "hijos de la clase trabajadora". Pero no tendieron a realizar trabajo entre los campesinos como si lo hicieron los maoistas y los guevarias, o en plantear estrategias y tácticas de "frente-popular" donde establescan alianzas estratégicas con la pequeña burguesía y la burguesía progresista. Quizá por eso los trotskismos latinoamericanos casi nunca han defendido proyectos "populistas" como los de los Kirchner en Argentina, Lula en Brasil, Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Rafa Correa en Ecuador o ahora recientemente López Obrador en México. Para los trotskistas la categoría pueblo siempre ha sido una quimera y las vías "nacional-populares" simplemente les parecen inaceptables porque no tienen un discurso de clase. Sin embargo el costo ha sido el aislamiento político de la mayor parte de la población, la falta de fuerza política para lograr revertir la imposición de reformas neoliberales y luego la irrelevancia política: la alta burguesía no los ve como enemigos.

Hoy día los discursos "de clase" parecen muy poco estratégicos para llegar a la mayor parte de la población. El punto principal, en todo caso, es que se requiere de plantear la construcción de una hegemonía, donde la categoría pueblo vuelva a estar en el centro de los debates teórico-prácticos de los marxistas del siglo XXI. En mi siguiente post hablaré de un proyecto que me parece muy atractivo y que viene a enriquecer el tratamiento crítico sobre el tema del populismo: la obra de Ernesto Laclau.

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